jueves, 6 de agosto de 2009

Encontrarse


Alguien me preguntó, no hace mucho, qué demonios era eso de encontrarse a uno mismo. Cabe explicar que esa persona había tomado, no hacía demasiado tiempo, una decisión importante. Era con diferencia una de las decisiones personales con mayor trascendencia que había tomado en toda su vida. Iba a abandonarlo todo: amigos ocupadísimos, trabajo fustrante, ciudad ruidosa, familia absorbente… para empezar de nuevo, lejos de todo y de todos.

Era evidente que muy buenas críticas no iba a tener. Es normal. Hay personas, sobre todo en esta ciudad, que si les pones las cartas boca arriba acerca de todas las cosas de las que pueden prescindir, empiezan a hiperventilar. De todos modos, alguien le dijo algo que no se esperaba: “Por fin tendrás la oportunidad de encontrarte a ti misma”

“¿Qué me quiere decir con eso?” “¿Es que alguna vez me he perdido?”

¿Y yo cómo se lo explico? ¿De qué manera acallo a ese gen masculino revoltoso que me obliga a solucionar todos los males de la humanidad? Creo que he dado, si no con la solución, con una de ellas.

Te encuentras cuando eres dueño de tus decisiones y de tus actos por encima de cualquier chantaje emocional de medio pelo.
Te encuentras cuando dejas de acomplejarte de ti mismo y dejas de dar explicaciones por cada paso que das.
Te encuentras cuando dejas de acomplejarte por tu pasado, cuando dejas de fustrarte por tu presente y cuando el futuro deja de producirte ansiedad.
Te encuentras cuando miras alrededor y el sentimiento de envidia ha dado paso al de compasión.
Te encuentras cuando das por sentado que nadie es mejor que tú y entiendes sin angustias que no eres mejor que nadie.
Te encuentras cuando eres capaz de ponerte el mundo por montera y no miras a tu alrededor para ver quién te está observando.
Te encuentras cuando te ves a ti mismo entregando sin reservas lo que en otro tiempo hubieras sido incapaz de ofrecer.
Cuando sabes lo que quieres sin el menor resquicio de duda y cuando rechazas lo que no quieres, sin ningún tipo de tregua.
Reconozco que no es facil, pero merece la pena. Considerémoslo el nirvana occidental. La postura del loto podría deribar en un desplome sobre la hierba y la meditación en una charla con los amigos, o en la vista de un amanecer.

Gratificaciones

Llevo sies años trabajando en la hostelería y puedo decir a boca abierta que me encanta mi profesión.Es verdad que la hosteleria es muy esclava, no tienes mucho tiempo libre,y es poco gratificante,( depende de quien y para quien). Nunca esta valorado ni el trabajo ni el esfuezo que pueadas desempeñar; es una de las profesiones mal pagadas y menos compesadas excepto por la de la gente:

Hace diez meses dejé de trabajar en una cafetería restaurante, donde allí encontre mi casa y una nueva familia. Lo deje porque no era vida, me pasaba practicamente dias enteros alli y llegaba de tres a cinco de la madrugada cada día, pero tengo un grato recuerdo de paso por allí. Gracias a ello soy hoy lo que soy en este gremio.

Pero lo más importante es el trato a la gente, hay que tener encuenta que son ellos los que te hacen ganrte el pan día a día, que sin ellos no tienes trabajo.El dedicarles un momento cuando quieren decirte algo y te acerques con una sonrisa a la mesa; cuando estas hasta arriba de trabajo, en plena hora punta de comidas o de cenas, cuando se te acumulan los platos en la barra de la cocina; tus compañeros no van a tu mismo compás, ( que es cuando se forma el kaos), que ves que se te viene todo encima e intentas sacarlo adelante y ves que no llegas y al final lo logras; pero te paras un instante , les sonríes, escuchan lo que te quieren decir y les despides con un gracias y otra sonrisa.

Los señores Agüera, un matrimo de sesenta años, eran clientes de la cafetería, y casi siempre los atendía yo con esa sonrisa que todo camarero ofrece al cliente.Viven en Nueva York, pero pasan temporadas aqui en Caratgena con la mitad de su familia.
El agosto pasado vinieron a despedirse, y a desearme unas felices vacaciones, pues yo salia ese mes y cuando volviera , ellos ya estarían de regreso en Nueva York.
Les confese una vez que mi mayor ilision era conocer Londres y Nueva York, que adoraba esas ciudades, y ellos me dijeron que cuando quisiera tenia casa allí.

Once meses de aquello, y trabajando en otro sitio, han venido a verme, al no encontrarme en el lugar que me conocieron, a entregarme un regalo de Nueva York, a decirme que me llevan en el corazon, que me recuerdan con cariño y que tenemos un cafe pendiente.
El regalo es un marco de Manhanttan al cual la condicion que le ponen es que sea expuesto con una foto mía en la gran manzana.

No os podeis imaginar la gran satisfacion, personal y profesinal que te da, el darte cuenta del cariño que te coje la gente simplemente por dedicarles una sonrisa y treinta segundos de tu tiempo.

Eso es sin duda, lo más gratificante de mi profesión, lo que en realidad te motiva el trabajar día a día.Gracias señores Agüera por llevarme en su corazón.
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Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero en mi pecho su ala,
sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
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Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

¿Un sueño?


Tengo un destino, una meta. Debo llegar hasta allí, no tengo nada más que hacer. Sin opciones, pues, me pongo en camino.
El suelo deja de ser firme. Caigo al vacío, al agua, me ahogo. Mientras caigo al vacío no tengo miedo de morir, si no de todo lo contrario, de caer al suelo y romperme hasta el último de los huesos, sufriendo horribles tormentos hasta que el hambre, la sed o el frío acaben conmigo, pero cuando mi cuerpo impacta contra el agua lo tengo claro. No va a ser tan largo. No puedo nadar y me asfixio.
Rio por la vida perdida, lloro por las cosas que quedaron por hacer, por aquel libro inacabado, por aquel dibujo incompleto, por aquella sonrisa a medias que nunca terminé de regalarte.
Siento fuego en la garganta, mis pulmones están a punto de estallar por el agua que entra sin parar a ellos, matándome. Pero algo me saca del agua, demorando mi encuentro con la parca.
Un mohín de disgusto aparece en mi cara cuando despierto.
"Tengo que seguir caminando", pienso y sigo andando, con la ropa mojada pegada al cuerpo.
Paso por llanura eternas, sin nada que las embellezca, como un paisaje lunar, gris y desolado.
Todo cambia a mi alrededor según avanzo, hasta que el llano se convierte en cuesta.
Voy subiendo, el aire helado, afilado, se clava en mi corazón como un puñal acerado.
Inspirar se hace un suplicio, porque la sal del agua a quemado mi garganta y el frío paraliza mis músculos, ya que la ropa mojada, además de añadir peso, congela mi cuerpo magullado por la caída. No puedo detenerme, pero tampoco volver atrás.
¿A dónde voy, si todo lo que quedó atrás está demasiado lejos para mí? ¿A dónde voy, si ya no me queda nada que decir, salvo despedirme de lo que dejo aquí?
Solo puedo caminar.
Mis labios de vuelven azules, que hacen un contraste aterrador con mi piel blanca y mortecina.
Cuando llego al final de la cima, el paisaje que se abre ante mí es hermoso.
Pero no es suficiente para mí, todo el trabajo, todo el sacrificio... para nada.
No veo salida. No puedo volver, porque no tengo fuerzas y la senda es demasiado escarpada para bajar así, me desnucaría.
Ante mí hay un precipicio y no me lo pienso dos veces. La caída es mortal y moriré de todas maneras.
La oscuridad invade mi mente cuando mi cuerpo choca contra el suelo, como si yo fuera una muñeca de trapo. Sólo tengo tiempo de esbozar una tímida sonrisa, ahora ya puedo estar cerca de ti

.

Fiel hasta el final, a mi libertad, aquí estaré..

Ha pasado tanto tiempo
desde que comencé a andar
por los caminos del sonido
poderoso del metal.
Aún recuerdo a los amigos
que comenzaron cuando yo
uno tras otro cayeron,
perdieron toda ilusión.
Su caída pesó en mi corazón
pero su fuego perdura en mi interior.
Se rindieron, su alma se quebró,
sólo por ellos no me rendiré yo.

Y van pasando los años
y yo aún continuo aquí,
un estandarte olvidado
orgulloso de existir.

Se marcharon mis amigos
y llegaron muchos más,
todo ha ido cambiando
y yo continuo igual.

Ha cambiado la forma de pensar
pero en el fondo todo sigue igual.
Unos llegan y otros se van
pero amigo, yo estaré hasta el final.

Me vaya mal
o vaya bien
siempre sabrás
que aquí estaré.
Aquí estaré..
Negros nubarrones amenazan mi interior
sembrando la eterna duda si estará bien o no.
Que el mundo cambie y yo siga mi ideal.
no hay duda, ninguna, lo que está bien siempre estará.
Fiel hasta el final, a mi libertad